aprovechemos

aprovechemos para quitarnos las etiquetas y comenzar a ser nosotros mismos.

Bilouminni e Senzzia

Esa noche Micaela se despertó con Torzionizzmo azulado, digo; a su lado.
Azules, si, eran las sábanas y él se acurrucaba y se estiraba despasito etre ellas. Rozaba y rosada la piel, parpadeaba nebulosa, roja, rojita dentro, cariñosa sin saber por què.
-Creo que estoy enamorada- pensó Micaela.

Él era nuevo en la ciudad, pero nadie dudaba de que era el mismo de siempre, ni siquiera ella. O quizás si, a fin de cuentas, alguien que se está transformando todo el tiempo es como una ola de un delicioso mar, interminable, dentro del cual cabe hasta el más diminuto grano de arena. Plancton que brilla en las noches de luna oscura luminosa, bioluminscentes, mezclándose en la orilla y....

-Ay.... ¿será?... - se sonreía con el pensamiento en la boca, se deshacía, se ponía a volar.

Las sábanas parecían tener un brillo especial esta mañana, ay perdón, ¿noche?....
Bueno, esa mañana, azulitas como el cielo, hermosas, llenas de pliegues y de nubes de algodón, pegajosas algunas; como el de azúcar, algodón. Algodón suave, como hundirse en algo muy tibio, espeso, y nadar, como si no existiera mas nada que estar ahí, sumergidos y de pronto. Zas! ¡Se fue por la ventana!
-¿¡Romeo!?- pensó Julieta, perdón, digo, ¡Micaela!

Y tampoco eso era verdad, no se habia ido, pero tampoco estaba cerca porque cuando estaban juntos, que era siempre, todo el tiempo, incluso cuando se iba, o ella sentía que se iba por la ventana, no existían las paredes, ni las ventanas. Y era tan pero tan simple... ¡Tanto!... que a Micaela le costaba creer lo complicado que se le hacía darse cuenta de lo fácil que era, estar enamorada, quiero decir. O... bueno ¡si!, si, si, si, eso es lo que quiero decir... ¿o no? .... ¡Ay! ¿será?...