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viernes, 12 de enero de 2018


PARTE DOS de
El invierno caraqueño


En los países en donde hay estaciones las personas se comportan de manera muy distinta a los lugares en donde no las hay, como por ejemplo Venezuela.

En el verano, las personas salen, están afuera, se consiguen con amigos, socializan. Todo está dirigido hacia afuera, el mundo exterior, “el mundo de los otros”. Y en invierno, el clima te obliga  a comportarte de otra forma, pues, como hace tanto frío, las personas prefieren quedarse dentro de su casa, y esto permite que ocurran otras actividades. Estar consigo mismo, meditar, tejer, leer, estar en casa y acomodar las cosas de la casa. Arreglar el mueble viejo, coser la tela, etc. 
De esta manera, considero que este trabajo de introspección es más común. En un país del caribe, donde se puede estar a la intemperie durante todo el año, estos momentos de “indagar dentro de uno” no se dan de manera orgánica debido al clima.

En este mismo sentido, en nuestra personalidad somos menos previsivos con muchas cosas, en los países donde hay estaciones, es necesario saber que para la llegada del invierno vas a tener una casa, un abrigo y comida, puesto que si no lo tienes preparado para ese momento, pues te mueres de frío. En el caribe, en ésta tierra fértil, se puede sembrar durante todo el año. Muchos tiempo de plantas dan frutos en distintas épocas y realmente, si llegases a quedarte sin casa, es posible que cortas peligro por otras razones, pero el clima jamás te mataría.

Yo siento que Venezuela está viviendo en éste momento, 2016, una especie de invierno social. Las gentes están encerradas en sus casas, teniendo que hacer el trabajo de estar consigo mismos, de soportarse y entenderse. estamos teniendo que indagar, de forma obligatoria dentro de nuestros más recónditos espacios. Viviendo de manera austera, sin tantas distracciones como las tuvimos en el pasado. Es un momento donde se está viendo realmente de qué estamos hechos. 

Muy lejos de celebrar las calamidades por las que sé que muchos están pasando, me parece un momento sumamente interesante en nuestra historia, un momento que podría cambiar nuestra manera de vernos a nosotros mismos como pueblo, como grupo. Un momento donde, de hecho, ya no somos quienes éramos, y que si aprendemos las lecciones que este momento nos trae, tampoco seremos lo que fuimos. Si aprovechamos este impulso, quizás podríamos llegar a ser algo más cerca a lo que nos gustaría ser. 


**En 2017 ya no pude vivir más en Venezuela.
La hiper inflación y la crisis me obligaron a seguir mi camino por el mundo. 


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